El verano suele ser la estación favorita de los perros porque pueden salir más, disfrutar de los campos y sus dueños tienen algo más de tiempo, aunque solo sea porque los días son más largos y apacibles, para pasear con ellos.
Pero cuando se vive en ciudades pequeñas, pueblos o barrios a los que acuden muchos veraneantes o con grandes tradiciones de fiestas, llegan también problemas. Para empezar, los perros que están en exterior van a lidiar con encontrarse con un trasiego de personas que no es el habitual y eso puede hacer que se pongan más nerviosos.
Los que viven en el interior también van a notar los cambios, especialmente si entre los humanos hay cambios de horarios, de costumbres o vacaciones que hacen que se ausenten. En verano es más frecuente trasnochar, por lo que las rutinas habituales del animal se ven afectadas.
Pero lo peor de todo son las fiestas de verano. Sobre todo porque en España siempre van acompañadas de petardos y bombas de palenque. Y el ruido puede hacer que muchos perros se mueran de miedo o incluso reacciones de maneras inesperadas para sus dueños. Por eso, es muy importante que cuando se sale a pasear con el can en verano, este siempre vaya atado y solo se suelte en lugares cercados, pues no es el primer perro que ante un petardo escapa corriendo aterrado, con el riesgo de que sea atropellado.
Incluso en casa, el ruido de las bombas de las fiestas puede hacer que los animales se pongan nerviosos, lloren o incluso tengan crisis de nervios fuertes. Por eso, lo mejor es prevenir y antes de que se acerquen esas fechas Compra Relajante natural para Perros y comienza a usarlo. Este tipo de productos naturales, con frecuencia, tardan unos días en mostrarse efectivos, por eso hay que anticiparse.
Los profesionales advierten de que no debemos abrazar al perro o consolarle de modo exagerado, ya que estaremos reforzando su comportamiento miedoso. Es como si le diésemos el mensaje de que entendemos que tiene miedo y razones para ello. Lo mejor es llevarlo a la habitación más tranquila de la casa, donde menos se escuchen los ruidos del exterior y actuar con normalidad. Podemos acariciarlo con naturalidad para que esté más tranquilo pero no agobiarnos si el perro se quiere esconder. En caso de miedos persistentes y exagerados, podemos recurrir a etólogos para que traten el caso.