Ahora que no nos oyen nuestras madres, podemos decir que una de las causas por las que nos gusta tanto volver a casa es la comida. Es un hecho: como en casa de mamá no se come en ningún sitio. Es verdad que muchos intentamos seguir sus recomendaciones, pero los platos no salen igual. Y eso que intento seguir al pie de la letra sus recetas.
Por suerte, ahora estamos todos mucho más cerca, aunque estemos a muchos kilómetros de distancia. Recuerdo que antes esperaba como agua de mayo unas vacaciones para poder llegar a casa y probar las delicias del mar que mi madre preparaba. Ahora puedo comprar Conserva de Berberechos al natural con el móvil y recordar las recetas de mi madre con menos nostalgia.
Y así es como mi casa está tan bien surtida de ingredientes secretos, aunque yo no tenga la misma mano que mi madre para prepararlos. Pero lo intento. Hace poco me dije que tenía que hacer un potaje en condiciones, como los que se hacen en mi pueblo. Porque alguna vez he ido a algún restaurante de mi ciudad que anuncian que esos platos son como los de mi tierra, pero no he quedado totalmente satisfecho. Supongo que nos acostumbramos a un sabor y luego siempre buscamos lo mismo.
Por eso en esta ocasión decidí que mi madre me asesorase casi en tiempo real la elaboración del potaje. Con las videollamadas, hoy en día, todo es posible. Así que aproveché también para enseñarle cómo estaba mi armario lleno de víveres donde no pueden faltar las Conserva de Berberechos al natural, casi como si estuviese preparado para una guerra nuclear.
Desde luego que de comer no me va a faltar. Y mirad que esta madre mía es como las demás, siempre insinuando que no como bien y demás. Pero en esta ocasión casi que el potaje fue a cuatro manos. Yo seguía al pie de la letra las indicaciones con el tiempo y la cantidad de ingredientes. Y luego llegó el gran momento: meter la cuchara para ver si había logrado la textura y el sabor justo. Y lo logré, con ayuda de mi madre y las nuevas tecnologías, claro.