No me gustan las rutinas, pero, en muchos casos, son inevitables e incluso necesarias. Estar siempre improvisando o variando un plan puede ser estimulante en un primer momento, pero termina siendo agotador. Y el mejor ejemplo de rutina es la que vuelve en septiembre, tanto para el trabajo, como en el colegio de los niños. Y también para las revisiones médicas.
Me comenta un amigo dentista de una clínica dental en Santiago que es una costumbre muy arraigada que yo también llevo a cabo, aunque no sé muy por qué. Muchos de sus pacientes acuden en septiembre a hacerse una revisión. Igual que yo. ¿Por qué? Supongo que es una forma de volver a la rutina que se supone hemos perdido en verano.
Aunque yo suelo mantener unos rituales de limpieza dental muy estrictos que no me salto en verano, es como si el hecho de “disfrutar” más en verano diera la sensación de que estamos haciendo algo mal con nuestra dentadura. Aunque, como digo, no tiene por qué ser así. Sin embargo, es cierto, tal y como me comenta mi amigo dentista, que mucha gente cambia las rutinas de limpieza dental en vacaciones porque se come mucho fuera y demás. Y claro, no vamos a irnos con el cepillo de dientes al chiringuito de las playas… aunque conozco algún caso que lo hace.
De cualquier forma, yo también he pedido mi cita en la clinica dental en santiago. Me gusta que me revisen la dentadura antes de iniciar una nueva temporada. Me hace sentir más tranquilo, como si fuera un borrón y cuenta nueva. Casi nunca hay nada importante que tratar, pero prefiero revisarlo y no lamentarlo después.
Porque es lo que tiene la rutina. Si no voy a principios de septiembre al dentista, luego lo dejo pasar (como me ha sucedido alguna vez) y, de repente, me encuentro en enero, pasadas las fiestas. Y ya me entra el agobio con que si tanto turrón me habrá hecho algún estropicio en los dientes. Así que tan a gusto con mis citas rutinarias en septiembre.