Hay personas que tienen un miedo casi irracional al dentista. Esto puede deberse a diferentes factores, desde un miedo heredado porque ya sus padres tenían cierto reparo a acudir y lo transmitían con amenazas típicas del tipo: si comes tanto azúcar tendrás que ir al dentista y te va a quitar los dientes. Lógicamente, con esta forma de actuar, los niños acaban asociando la visita al dentista con algo malo y esto puede acompañarles durante su etapa adulta.
En otros casos, se trata de una mala experiencia, una extracción dolorosa o un profesional que no supo tener la delicadeza necesaria para que todo fuera como es debido. Pero hay una cosa que es cierta y es que si no acudimos al dentista, al final nuestra boca va a pagar las consecuencias de ese miedo.
Por eso, lo mejor es razonar las cosas, olvidarse de experiencias pasadas y buscar un dentista en Santiago de Compostela que tenga buenas recomendaciones de sus clientes. Un profesional que esté bien valorado y, si es posible, del que podamos tener referencias de primera mano. De esta manera, iremos sobre seguro con alguien que tenga ya una buena fama ganada.
Algunas personas necesitan tomarse algo que les ayude a relajarse antes de ir al dentista, tanto de tipo natural como, en el caso de fobias más fuertes, una pastilla más fuerte. Si es así, habla con tu médico y hazlo, pero no descuides tu boca. Seguramente, si tu experiencia con el nuevo profesional es buena, ese miedo acabe por diluirse hasta desaparecer. Y se acabará el trauma anterior.
Otras personas tienen miedo no al dentista, sino a la factura que este presenta una vez acaba los trabajos. Es cierto que arreglar la boca puede ser caro si hay trabajo que hacer. Pero es una inversión en salud. Y este dinero puede ser mucho menos si se cuenta con un seguro dental que tenga un copago bajo. De esta manera, se abona la cuota mensual fija y una cantidad bastante más baja de lo que cuestan los servicios habitualmente. Resulta así más sencillo pagar y el miedo a la factura también desaparece.
No olvides que postergar una visita al dentista puede ser la causa de que se pierda una pieza dental o de que haya que realizar tratamientos más caros o más agresivos de lo que habría sido necesario inicialmente.