Nunca me gustaron las películas sobre enfermedades, no sé si a alguien le gustan. Pero cuando eres tan aficionado al cine como yo, alguna de ese tipo acabas viendo por error o compromiso. Y en esta clase de películas, cada cierto tiempo, aparece un personaje al que le quedan meses o semanas de vida. Y siempre que veía algo así no sabía qué pensar: ¿cómo se puede vivir sabiendo que solo tienes unos meses de vida?
Pues a mí me ha tocado. Y esto no es una película. Llevaba varios meses con problemas hasta que detectaron un problema en el hígado. Es lo típico que te hacen pruebas para “descartar”. Das por hecho que no van a encontrar nada y que seguirán haciendo pruebas, pero no: de vez en cuando un médico se pone frente a ti y te habla del cancer de higado pronostico. Te dice que es urgente hacer tal o cual cosa. Y ya no escuchas nada porque empiezas a pensar en cómo puede pasarte esto a ti.
Y entonces llegaron decenas de pruebas más, pasar la vida entre médicos, hasta que, semanas más tarde, te dicen que se trata de un cáncer terminal, no con estas palabras, pero casi. ¿Qué harías si te quedase un mes de vida? De momento, estoy escribiendo esto, y después no lo sé. Es posible que todavía no lo haya asumido. Hay personas de mi entorno que me ponen casos de personas que se ha curado cuando ya las daban por muertas, me traen artículos de internet o revistas en las que se hablan de milagros y demás. Yo les sigo la corriente mientras el reloj pasa.
Pero tal y como me han explicado los médicos que me han hablado del cancer de hígado pronostico, las posibilidades son mínimas y conviene prepararse para lo peor. Y cuando sabes que te vas a morir debes intentar irte con la mayoría de temas cerrados. Los últimos días casi hasta me ‘alegro’ si me comparo con esas personas que mueren en accidentes repentinos o tienen un ataque al corazón. Esas personas no han tenido ni siquiera un mes para preparase. Yo, al menos, tengo un tiempo para despedirme.