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Forjando seguridad: mi oficio de barandillero en Galicia

Mis manos, curtidas por el tiempo y el trabajo, acarician el frío metal. Con la precisión de un artesano y la fuerza de un herrero, doy forma a barandillas a medida en Galicia que adornarán hogares, negocios y espacios públicos a lo largo y ancho de nuestra comunidad. Soy barandillero, un oficio que heredé de mi padre y que llevo ejerciendo con orgullo desde hace más de veinte años.

Mi taller, ubicado en una pequeña aldea del interior, es un espacio donde la tradición se fusiona con la innovación. Aquí, entre herramientas centenarias y maquinaria de última generación, nacen barandillas únicas, diseñadas a medida para satisfacer las necesidades y gustos de cada cliente.

Cada proyecto es un nuevo desafío, una oportunidad para plasmar mi creatividad y experiencia en una pieza que no solo cumplirá una función de seguridad, sino que también aportará un toque de estilo y personalidad al entorno. Me gusta escuchar atentamente a mis clientes, comprender sus ideas y plasmarlas en un diseño que se adapte a sus gustos y necesidades.

Trabajo con una amplia variedad de materiales: hierro forjado, acero inoxidable, aluminio, vidrio… Cada uno tiene sus propias características y posibilidades, y mi labor consiste en elegir el más adecuado para cada proyecto. Ya sea una barandilla clásica para una casa de piedra, un diseño moderno para un loft urbano o una estructura resistente para una zona costera, siempre busco la combinación perfecta entre estética y funcionalidad.

La construcción de una barandilla a medida es un proceso laborioso que requiere paciencia, precisión y atención al detalle. Desde la toma de medidas y la elaboración del diseño hasta la fabricación de las piezas y la instalación final, cada paso es crucial para garantizar un resultado impecable. Me enorgullece decir que mis barandillas no solo son seguras y duraderas, sino que también son auténticas obras de arte que embellecen el paisaje gallego.

Para mí, ser barandillero es mucho más que un oficio. Es una forma de vida, una pasión que me permite combinar mi amor por el trabajo manual con la satisfacción de crear algo útil y bello. Cada barandilla que instalo es una pequeña parte de mí que queda integrada en el entorno, un legado que perdurará en el tiempo. Y eso, para mí, no tiene precio.

Publicado en Barandillas y pasamanos