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Dos maneras diferentes de peregrinar a Santiago

Cuando imaginamos la típica estampa del peregrino a Santiago, pensamos en alguien que viaja solo o en compañía, con su gran mochila a la espalda en la que no falta el saco de dormir que usará en los albergues en los que se irá alojando a lo largo de su ruta. Pero hay diferentes formas de ser peregrino y de tomarse esta aventura.

Incluso los peregrinos tradicionales disfrutan ahora de mejores en sus viajes. Antes de comenzar el camino trazan sus rutas diarias y reservan los albergues en los que van a descansar para evitar encontrarse con que no hay plazas.

Hecho esto, es posible contratar un servicio de transporte de mochilas que recoja su mochila en un albergue y se la lleve al siguiente, por lo que solo tendría que cargar con una más pequeña en la que tendría exclusivamente lo que necesita para el día. Un alivio para su espalda y una razón más para disfrutar de la experiencia sin que suponga un auténtico sufrimiento.

Estos peregrinos pueden hacer todo su viaje, en lo que se refiere al resto, de la manera tradicional, con la única diferencia de no tener que cargar un gran peso sobre su espalda durante los al menos cien km que va a durar la ruta.

Pero cada vez con más frecuencia encontramos a un segundo tipo de peregrinos que desean vivir la experiencia del camino, pero de una forma muy diferente. El camino no es imprescindible hacerlo de una sola vez, sino que puede hacerse por tramos, sobre todo cuando se pretende realizar un amplísimo recorrido. Así pues, deciden realizar un tramo aprovechando unos pocos días de vacaciones y, más adelante otro.

Este tipo de viajeros pueden realizar el camino al modo tradicional antes comentado, pero también hay quienes se lo plantean como una experiencia diferente, caminando, pero sin realizar demasiados kilómetros al día para tener tiempo de disfrutar de todos los lugares que se visitan.

Estos peregrinos, en ocasiones, no van a los albergues, sino que usan alojamientos un poco más cómodos como hostales. Así, descansan mejor y tienen una mayor intimidad. Además, no tienen horarios, por lo que pueden disfrutar de una cena o de unas horas más de sueño si es necesario.

Esta forma de viajar puede combinarse con el disfrute de la gastronomía local e incluso combinarse para coincidir en ciertos lugares con fiestas locales y celebraciones que apetezca conocer. En definitiva, un modo de ser peregrinos distinto, menos espiritual, pero también reconfortante.

Publicado en Alimentación