La indumentaria típica de primera comunión ha experimentado pocos, aunque significativos cambios en el último siglo. Los usos y costumbres se imponen en la mayoría de las prendas y complementos para esta celebración, no exenta de modas, como evidencia la popularidad de ciertas propuestas que se apartan de la tradición. Los progenitores, al Comprar ropa comunión niños y niñas, pueden elegir túnicas, vestidos largos o cancáns para ellas, y casacas de marinero o trajes con americana para ellos, en general.
Pero esta diversidad es algo relativamente nuevo. Los trajes de marinero y almirante, por ejemplo, surgen como una moda a mediados del siglo pasado y cobrando fuerza a partir de los años sesenta. El clásico color blanco se combina con el azul y el dorado de ciertos complementos, claramente alusivos al mundo marítimo.
Se estima que estos atuendos simbolizan la parábola de barca o de la tempestad calmada, citada en los evangelios de Mateo, Lucas y Marcos. Esta referencia al Jesús que anima a sus discípulos a convertirse en pescadores de hombres, no está influenciada por la tradición, como sucede con el uso predominante del color blanco.
En concreto, esta preferencia cromática se remonta a la Edad Media, cuando el blanco se adoptó por respeto al sacramento y para simbolizar la pureza e inocencia del alma que se presenta ante Dios. Según la creencia cristiana, este color se identifica con la luz de Jesús de Nazaret, que alumbra a sus seguidores en el camino de la vida. Por tanto, el uso del blanco en vestidos y trajes de primera comunión es un convencionalismo, aunque no una imposición de la Iglesia Católica.
A partir de la década de los ochenta, el celeste y rosa entran en escena, bien como alternativa al blanco, bien como complemento de este color. Con todo, los lazos, guantes y manoletinas siguen escogiéndose en blanco, por lo general.