Juan y Sara llevaban juntos más de dos años, pero parecía que su relación empezaba a esfumarse. Estaban atrapados en la rutina de las mismas citas de siempre: cenas en el mismo restaurante o copas en el bar local. A ninguno de los dos se le ocurría nada nuevo que los entusiasmara. Hasta que un día, Juan tropezó con un anuncio de las mejores caravanas pequeñas de segunda mano.
Inmediatamente le entusiasmó la idea y se la comentó a Sara, que estaba igual de entusiasmada con la perspectiva de pasar románticos fines de semana en la naturaleza el uno con el otro. Después de mucho investigar, encontraron la caravana perfecta que se ajustaba a su presupuesto: un modelo con forma de lágrima lo suficientemente ligero como para remolcarlo detrás de su pequeño coche y equipado con todas las comodidades que necesitaban: cama doble, espacio de almacenamiento ¡e incluso una cocina americana!
Ese fin de semana emprendieron su primer viaje juntos en su caravana -destino desconocido- pero decididos a explorar cualquier paisaje natural que les esperará. En cuanto llegaron a su primer camping enclavado en lo más profundo de una campiña casi virgen, Juan se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta al comprar esta pequeña casa sobre ruedas; ¡les daba espacio más que suficiente a la vez que ocupaba un espacio mínimo!
Pasaron horas explorando mano a mano las laderas cercanas antes de regresar a última hora de la tarde al campamento donde Juan cocinó algo delicioso en su hornillo portátil (¡mucho mejor que cualquier comida para microondas!) Durante esos pocos días lejos de la civilización rodeados de nada más que la belleza de la madre naturaleza, algo dentro de Sara cambió; en todo momento se sintió más unida a Juan que nunca… y cuando por fin regresó de nuevo a casa supo sin lugar a duda que esta caravana de viaje no sólo le había ahorrado dinero sino también su relación – ¡a veces menos es realmente más!