Siempre cuentan que los inventores pasan la vida reflexionando sobre las carencias que tiene nuestra sociedad y es de ahí de donde obtienen inspiración para sus creaciones. Por ejemplo, hasta que no se le ocurrió a un tipo inventar el sacapuntas, había que afilar los lápices con cuchillos o papel de lija. Ahora nos parece un objeto de lo más simple, pero a su creador le sirvió para ganar un buen pellizco hace casi 200 años.
Algo parecido sucede con el velcro, un producto surgido en los años 50 del pasado siglo y que pronto se convirtió en un habitual en diversos ámbitos, desde juegos, a zapatos llegando incluso a usarse en trajes militares. ¿Y cuál fue la carencia que se percibió para que surgieran todos estos productos velcro? Fue la necesidad de cerrar o atar dos partes sin necesidad de pegar ni usar cordones; algo que pudiera unirse y desunirse con facilidad.
Desde los años 60 el velcro se ha ido incorporando a diversos ámbitos hasta llegar a la moda, donde muchos lo conocimos. Fue en la década de los 80 cuando se popularizaron muchísimo las zapatillas con cierre de velcro. ¿Quién no tuvo en aquella época unas zapatillas de este tipo? Es curioso porque dentro de los productos velcro, este fue uno de los más vendidos.
Originalmente, el velcro se demostró una solución perfecta para las zapatillas de niños. Para los niños, siempre ha sido una lata usar cordones porque al principio no saben atarse bien, por lo que el cierre de velcro solucionaba el problema: tan solo tenían que pegar y despegar y listo. Todavía hoy en día, los zapatos y zapatillas con velcro siguen siendo los más habituales entre niños: no se ha ‘inventado’ algo mejor para hacer la vida más fácil a los niños.
Pero en aquella década de los 80, las zapatillas no solo eran habituales entre niños, sino también entre adultos. De hecho, por mi casa todavía resisten algunos tesoros de aquella época. Tal vez si los vendiese, ahora que está de moda todo lo vintage, me podría sacar un buen pellizco.